Aquello que los cristianos conocemos como "muerte", ya ni siquiera es la muerte, puesto que ha dejado de ser el trágico final de nuestras vidas en razón de que Cristo la ha vencido en su propio juego. 1 Co 15,50-58:
"Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción. ¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados. En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados.
En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad. Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
LA MUERTE HA SIDO DEVORADA EN LA VICTORIA. ¿DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU AGUIJÓN?
El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano el Señor."
¿Qué caso tiene buscar la ayuda del bando perdedor (Y aprovechando el Mundial, que ha perdido por goleada)? La respuesta que buscas no la vas a encontrar en un altar a la Santa Muerte (un engaño del demonio a todas luces), sino en Dios por cuya fuerza eres capaz de vencer (cfr. Flp 4,13) como lo han logrado todos los santos de la historia: Se han parecido a Cristo, y vencieron incluso a la muerte.
Un fuerte abrazo. Que Dios Todoamoroso te siga cubriendo de tantas bendiciones como hasta ahora.